miércoles, 8 de octubre de 2014

Octubre ???

Pues sí, estamos en Octubre y el año me está pasando tan deprisa como rápido comienzan a caer las hojas de los árboles.

Ya se que está muy manido el término pero es así de cierto, el tiempo vuela. Tempus Fugit. No para, y no deja espacio para hacer lo que más os guste.

Me gusta este tiempo porque (se supone) han pasado los agobiantes calores del verano y es más apetecible salir de casa, pasear por los caminos y mirar a diestro y siniestro buscando con la mirada los cambiantes colores que nos regala la naturaleza en estos días.

Pues no, el calor agobiante del verano sigue estancado entre nosotros, tras un breve período en el que nos hemos inundado y por poco flotan hasta las ideas, vuelve la calima y las ganas de dormitar por las tardes llenas de sol. 

En cualquier caso deberiamos hacer caso a la imposición de este extraño verano porque dentro de unos días nos cambiarán la hora para pasar el invierno y de golpe se volverán los días, primero grises y luego oscuros como boca de lobo.... a las 5 de la tarde.

En lugar de quejarnos de este calor asfixiante, deberíamos disfrutar de cada minuto de sol que todavía tenemos. 

Pues yo no sé vosotros, pero a mí este calor no me impele a salir por la puerta sino a encerrarme en casa a resguardo del mismo y cuando quiero prestar atención resulta que ya está anocheciendo. 

Tot un desgavell que decimos en Catalunya, es decir un tiempo de contrastes en el que la temperatura ambiente te indica lo contrario que dice el reloj y así nos va, virus viene y virus va.

Una parte de la población ya está acusando estos cambios de temperatura en los que saliendo de casa por la mañana necesitas una chaqueta y a media mañana te mueres por un refresco con mucho hielo e incluso una cervecita helada y según donde, a media tarde un café con leche bien calentito. 

Y si teneis un día de aquellos grises de mente en los que parece que nada te va a salir bien o que tienes un humor de perros o tu jefe te ha soltado una fresca de las que te dejan el día apañao, SALID A LA CALLE y mirad a la población, os aseguro que os vais a reir un rato. 

Cada cual según su temperatura corporal y su hora de salida de casa, elige un atavío distinto. 

A saber, yo que he sido friolera toda mi vida pero friolera de uñas azuleadas a la mínima que bajara la temperatura y con las manos permanentemente frías, salgo de casa (hoy 8 de Octubre) con  pantalones piratas y manga corta a las 8:30 de la mañana y cuando a medio día llego a casa, estoy deseando cambiarme de ropa para ponerme la bata sin mangas y si puede ser con zapatillas de verano e incluso con un ratito de aire acondicionado bien fresquito. 

Y tú, si, la mayoría de tús que me leeis en este momento, además de poneros las manos en la cabeza (por como me visto yo), ya vais con botas de invierno, chaqueta, manga larga, pañuelo al cuello....... 

O para disfrute de muchos, una mezcla variopinta de ropas de verano e invierno combinadas con calzado también de verano o invierno lo que se traduce en risitas y miradas de unas a otras personas según sea de estrafalaria la presencia de estos transeúntes. 

Ahhhh, y no olvidemos las diferentes tonalidades de las caras de nuestros convecinos. 

Tenemos desde los acalorados por este exceso de grados Celsius que padecemos pasando por la palidez de los que empiezan a pasar frío y las diferentes variedades de rosas llegado hasta el vermellón de las narices de los constipados.

De todas formas, sigo diciendo que esta en casi la época del año que más me gusta. 

Me enamoro cada temporada de los colores de las hojas de los árboles. Tengo grabada en la retina especialmente, los colores de una ladera de alta montaña donde se combinan al mismo tiempo el verde de diversas intensidades de los abetos y los tonos rojizos derivando hasta definitivamente marrones de los árboles de hoja caduca.

Es tiempo de paseos por la montaña en busca de setas, tiempo de vendimia, de recolecta de los últimos tomates y pimientos de verano, de calabacines tardíos o judías medio verdes medio secas pero aún tiernas...
y tiempo de acabar de hacer las últimas conservas de productos de verano para pasar el invierno. 

¿Sabéis que el bosque huele a setas? Yo no sé si eso es verdad, lo que sí se es que tiene un aroma especial... aunque no haya setas. No sé si es olor de descomposición del suelo, si es olor de humedad acumulada o de despertar del micelio que produce después los hongos tan codiciados.

Pero huele especial y apetecible, es fresco y agradable. 

Un contrapunto interesante al ajetreo diario y a los olores de la ciudad, al calor de las casas pared con pared, al ruido de los coches, de la gente, las risas de los niños, los claxon, el volumen de la televisión al pasar por delante de algún bar......

Id a un bosque, caminad un trecho por alguno de sus caminos, adentraos en él y escuchad ..... escuchad ....escuchad.... sólo se oyen los ruidos propios del bosque, ruido de hojas que caen, ruido de aves que vuelan entre las ramas de los árboles, el ruido de tus propias pisadas sobre las hojas o ramas caídas, y si teneis suerte y/o sois muy observadores quizá también veais alguna ardilla o algún pájaro carpintero o alguna abubilla, o pisadas de jabalís.... o sintais en el rostro el viento fresco con aroma de naturaleza y oigais el silvido del viento entre los árboles, incluso quizá sintais el impulso de abrazar un árbol  ¿porqué no?

Porque el otoño, mal que nos pese, es tiempo de contrastes permanentes que nos preparan para la muerte del año, el agotamiento de todo por los excesos de la exuberancia de la primavera y el verano.
Así pues, más nos vale ir acompasando nuestra cotidianeidad y dejar pasar lentamente los días, languideciendo y haciendo acopio de fuerzas para el renacimiento del próximo año.

Mientras tanto, seguiré saliendo al bosque tantas veces pueda, a pasear, a contemplar, a escuchar y a buscar setas, por supuesto.